Los Símbolos Teosóficos

Por W. Q. Judge

[Publicado en The Path, Vol. VII, abril de 1892, págs. 8-13. Título original Theosophical Symbols. Publicado en castellano por The Theosophy Company. Corregido y editado por el Centro de Estudios de la Teosofía Original en Argentina febrero de 2017]

 

El primer artículo impreso en el “Path” referente a este tema, se titulaba “Simbolismo Teosófico” y se encuentra en el primer Volumen de Mayo 1886.

Los símbolos de la Sociedad están contenidos en su sello, que describiremos primero. Consiste de una serpiente en forma de círculo que muerde o traga su cola, en cuyo interior se encuentran dos triángulos entrelazados, los cuales constituyen el llamado “Sello de Salomón”. El vértice de uno de los triángulos está dirigido hacia arriba y el otro hacia abajo. El que tiene el vértice hacia arriba, es blanco o de cualquier otra tonalidad equivalente a tal color, si se compara con el otro que es obscuro y que se debería siempre representar así. Sobre la serpiente, y en la proximidad de su cabeza, encontrándose en la línea del diámetro central vertical del círculo, hay otro pequeño círculo en el cual está situada la Svástica, una simple cruz cuyas extremidades están encorvadas hacia atrás. En el interior del espacio central delimitado por los dos triángulos entrelazados, está la famosa cruz de los egipcios, llamada ansata, la cual es mucho más antigua que la cristiana. Es una cruz que carece del brazo superior, remplazado por un oval cuya estrecha extremidad está situada encima de la cruz, formando así su brazo superior. Debería ser blanca. Alrededor de todo el sello, se encuentra el lema de la Sociedad: “No hay religión más elevada que la Verdad”, la máxima de los Majarajas o grandes reyes, de Benares, la ciudad sagrada de la India. A veces, encima del sello, está escrito “OM”, el término sagrado de los hindúes y primera letra del alfabeto sánscrito.

Todos los miembros de la Sociedad considerarán interesante saber que, aun cuando algunas personas han afirmado ser las inventoras de este sello, elaborándolo para la Sociedad en sus inicios en 1875, Madame Blavatsky usaba sustancialmente lo mismo en su papel de cartas privadas, algunos modelos del cual se encuentran en mi escritorio junto al bloque original que usó para imprimir su papel, mucho antes que estos individuos hubieran oído hablar de la Teosofía. Su sello tenía encima la corona de una condesa, y en medio, en lugar de la cruz egipcia, estaba su monograma. En Inglaterra, algunos años después de que la Sociedad adoptó el sello, una persona con el nombre de Bothel de Bath hizo una híbrida imitación de este, partiendo la serpiente en tres, como si quisiera mostrar que la evolución se había dividido en tres elementos heterogéneos. Además, un vendedor americano de amuletos y filtros amorosos lo imitó, copiando luego de todas las obras y revistas teosóficas para elaborar un libro sobre la obscuridad del Egipto que se pudiese vender. Estas imitaciones infantiles demostraban claramente su falsedad a cualquiera que conozca un poco de simbología.

Nuestro sello dirige la mente del hombre regenerado que, simbolizado por la cruz, está situado en el centro, delimitado por el triángulo obscuro y el blanco y rodeado por la gran serpiente o dragón de la evolución y de la materia. Pero, un analizar de las diferentes partes del entero, nos ayudará a comprender y a captar todos sus sentidos, ya que en simbología el símbolo es correcto solo cuando representa de manera adecuada todas las ideas que se propone transmitir y en todas sus partes es coherente con el entero, manteniéndose al mismo tiempo conforme a la tradición y a las reglas de los antiguos. Una vez comprendido, debería ser suficiente mirarlo o pensarlo, con su imagen en la mente, para que suscite en el pensador todas las ideas y doctrinas que representa. Esta es la razón por la cual los símbolos confusos son inútiles, mientras que los correctos son de gran utilidad. En realidad, la misma regla es válida para la clarividencia, aunque sea un tema muy diferente. En este caso, el símbolo, que es la imagen de la persona o de la cosa que se desea ver mediante la clarividencia, puede confundir al vidente, o producir lo contrario, según sea o no coherente. Los símbolos tienen un valor por la más antigua razón según la cual, mientras que los libros, las escrituras y las demás obras humanas se desvanecen y dejan de existir en las edades sucesivas, los grandes símbolos no desaparecen. Nuestro Zodíaco es un conjunto de símbolos y, aunque su edad es un misterio, continuamos encontrándolo en nuestros almanaques, en las imágenes de los libros sagrados o en los monumentos de cualquier época o población. Aún hoy, las personas más materialistas, se preguntan si no pudiera ser posible comunicarse con los habitantes de otros planetas empleando los símbolos, como si se hablara por señas con un salvaje.

Consideremos la serpiente que forma el gran círculo del sello. El hecho de que trague su cola, muestra el ciclo de la eternidad o la gran espiral de la evolución del Manvantara. Este es el círculo de la necesidad de los egipcios, el sendero de las numerosas reencarnaciones del alma, cuyo significado permanece aun considerándolo simplemente como serpiente, ya que periódicamente cambia su piel, como sucede con los numerosos cuerpos del ser humano cada vez que muere. Significa también sabiduría, en cuanto a la Serpiente se le ha llamado el sabio y, según muestra La Doctrina Secreta, la palabra querría decir también los Maestros de la sabiduría y del poder. Su cola que penetra en la boca, implica la rotación perpetua del círculo o la periódica aparición y desaparición del Universo manifestado. Casi cada biblia lo tiene. San Juan habla del gran dragón que con su cola hizo caer una tercera parte de las estrellas a la tierra. Esto implica que, durante esta amplia evolución, la serpiente en cuestión, trajo egos de las estrellas a este globo. En la forma de círculo, simboliza la perfección, ya que es la figura más perfecta, mostrándonos, en sus diferentes relaciones, la gran doctrina según la cual el número y el peso, construyeron el Universo, mientras la armonía, por un momento perturbada y luego restablecida, controla y preside sobre ello.

En realidad, no obstante que la proporción del diámetro del círculo sea de uno a tres, si queremos ser exactos, existe un resto compuesto de cifras que no se pueden escribir en cuanto son infinitas. Esta es la cantidad desconocida que continuamente entra en la sucesión de eventos, tendiendo siempre a restablecer la armonía.

Desde el punto de vista de la importancia, los dos triángulos entrelazados son segundos después la serpiente. Este es el llamado “Sello de Salomón”, porque según se suponía, él lo usó para tratar con los genios que obedecían sus órdenes. En la tradición musulmana, existe un relato que describe como él encerró uno de los espíritus en el Mar Rojo, en una olla sobre cuya superficie estaba inscrito su sello. Pero este no es su origen. Poseo una moneda hindú muy antigua en la cual se ve el mismo sello rodeado por rayos solares, y ya tal figura se conocía en las primeras épocas en Indostán. Un par de Brahmines, amigos del escritor, afirman que dicha casta siempre lo conoció. En la página 260 de Isis sin Velo, H. P. Blavatsky expone el asunto muy bien, acompañándolo con dos diagramas que ilustran sus formas hindúes y judías. Estos triángulos simbolizan también la constitución septenaria del ser humano y de todas las cosas. Ellos tienen seis vértices y seis triángulos, encerrando un espacio central que es su séptima división, que en tal caso representa el séptimo principio o, más propiamente hablando, al pensador, que está en el universo y toca todas las cosas de los seis lados, por medio de los seis triángulos, cuyos vértices tocan los lados de la serpiente, o la gran rueda de la evolución que en y por medio de la cual el pensador gana experiencia de la naturaleza. El triángulo blanco, llamado el superior, se refiere al espíritu, mientras el inferior, o el obscuro, a la materia. Una vez entrelazados, significan, como se dice en la Bhagavad Gītā, que el espíritu y la materia son coeternos y siempre unidos. Por lo tanto, representan también los grandes opuestos en la naturaleza y en la mente, el bien y el mal, la noche y el día, masculino y femenino, libertad y esclavitud, frío y calor, estos grandes contrastes por medio de los cuales podemos al final encontrar la verdad. Esta figura desempeña un papel muy importante en la Cábala, por esa razón se dice que su representación en este mundo, es un reflejo o el reverso del verdadero triángulo en los mundos superiores. Sin embargo, esta declaración no transmite mucho, porque, al invertir la imagen en el papel, se notará que el triángulo obscuro se encuentra arriba, que en las escrituras místicas significa el reino de la magia negra. Probablemente, esto es lo que los cabalistas implicaban, ya que se deleitan en llamarle el obscuro mundo o el infierno.

De esta figura es posible obtener el grado treinta y tres de la Francmasonería. Tal grado es el Consistorio o Concilio, que emblemáticamente indica el gran cuerpo de los Sabios o Gobernadores, el conjunto o la suma de todos los otros. La idea que ilustramos ahora puede resultar nueva a los francmasones, sin embargo es correcta. Al girar la imagen hacia abajo, se generara una imagen inversa, por lo tanto tendremos dos, y según dice la Cábala de los judíos, una es la imagen de la otra. Consideremos ahora los lados oblicuos, al prolongar los dos del triángulo obscuro superior, para unirlos después, se creerá una base por ambos lados. El resultado será la figura aquí mostrada, que contiene tres pequeños “Sellos de Salomón” dentro de uno más grande. Si contamos las cámaras o las divisiones de esta nueva imagen, descubriremos que son treinta y dos, por lo tanto, al añadir la figura en su totalidad, obtenemos treinta y tres o el Consistorio, que se puede colocar en el punto central de la figura. Según algunos, todo esto parecerá fantasioso, aunque no lo es más que muchas cosas en la Masonería, y aun siendo curioso, tiene la ventaja de ser correcto. Dicho número de divisiones o cámaras, unidas a la figura completa, también expresan los treinta y tres crores1 de dioses o fuerzas de la naturaleza, en el antiguo Panteón hindú.

La cruz egipcia, colocada en el centro del sello en el interior del espacio creado por los seis triángulos entrelazados, no es menos antigua ni es menos interesante que estos últimos. Ella debería ser de color blanco brillante, ya que representa al hombre regenerado tanto como a la vida. El oval situado encima, es la materia, mientras los brazos inferiores representan el espíritu, el cual, unido a la materia, es la vida, ya sea material o eterna. Es también el símbolo de Venus, que, según La Doctrina Secreta, es la hermana mayor de la tierra. En Venus se perciben nuestros cambios, y los que proceden de ella, nos influencian a nosotros. Esta cruz se encuentra en casi cada papiro egipcio. El Libro de Job es en realidad una traducción, en cierto modo alterada, de El Libro de los Muertos usado por los egipcios, en el cual el alma, o el candidato, entra en el Vestíbulo de las Dos Verdades para ser juzgado en presencia de Osiris. Él es Job. Al entrar, se encuentra enfrente a Isis, la cual es una doncella, por lo tanto él dice: “Hice un pacto con mis ojos que no miraré a una doncella”. Isis tiene en su mano el símbolo de la cruz ansata, que significa la vida. Se encuentra en las manos de los guardianes de los muertos y en muchos otros sitios. Se ve constantemente en los papiros del Museo Británico, en los monumentos egipcios, europeos y americanos. El obelisco que el comandante Gorringe trajo del Egipto, y ahora está erigido en el Central Park de Nueva York, contiene más de treinta cruces ansatas. Al examinar el sarcófago de una momia, que se exhibía al público el año pasado en Tacoma, Washington, vi muchas cruces de las que estamos hablando. Es uno de los símbolos más antiguos de todos.

La cruz encorvada, situada en el pequeño círculo sobre la serpiente en la parte superior del sello, y unida al vértice del triángulo superior, es la Svástica. En oriente se encuentra casi en cualquier lugar, como también entre los primeros cristianos y en algún otro sitio en Europa. Se le han dado muchos sentidos. A veces, representa el remolino de la voluntad, y además la “Rueda de la Ley”, mencionada tanto en los libros buddhistas como en los brahmánicos. Según se afirma, cuando los Buddhas vienen, imparten otro giro a la Rueda de la Ley, y Kṛiṣṇa le dice a Arjuna que, él que no sostiene propiamente la rotación de la gran rueda de la acción y reacción, entre los dos mundos, vive una existencia de pecado sin propósito. En la India, la Svástica representa el sitio o el centro en el cual fluyen las fuerzas del gran desconocido para mostrarse sucesivamente en varias manifestaciones, ilustra también el gran molino de los Dioses en cuyo centro está situada el alma y donde, la revolución del eje, atrae todas las cosas para que se destruyan, amalgamen y transformen una y otra vez.

Lo que antecede, termina un análisis del sello de la Sociedad. En 1875, este escritor, obedeciendo al pedido del Cnel. Olcott, dibujó un broche para que los miembros lo usaran. El joyero Maiden Lane fue el primero en hacerlo. Está constituido por la combinación de la serpiente con el tau egipcio, formando entonces las letras “S.T.”. La ilustración al lado, es una incisión sacada del antiguo dibujo el año pasado, cuando se empezó a usar los broches más que anteriormente. Un nutrido número de miembros americanos y europeos ahora los lleva. El Cnel. Olcott tiene uno que un teósofo de Nueva York le regalo un poco antes de la última convención londinense.

La palabra sánscrita “Aum” encima del sello, y la máxima, son añadiduras sucesivas adoptadas después de que Madame Blavatsky y el Cnel. Olcott fueron a la India. El Aum en su posición presente se debe interpretar como la “Fuente de Luz, el Sol que ilumina nuestras mentes y la meta de nuestro esfuerzo”, es decir, la verdad, ya que la Teosofía constantemente nos demuestra que “No hay religión más elevada que Verdad”.

 

 


1- [Es una medida de numeración Inda, un crore equivale a 10 000 000. N. del E.]

 

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