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Debatiendo contra la ignorancia
Por Luis Spairani
Estamos viviendo una época en la cual tienen lugar procesos y acontecimientos revolucionarios y que con frecuencia no alcanzamos a comprender; no nos damos cuenta de su verdadero alcance. Todos tenemos noticias que indican que vivimos en un periodo de cambios continuos en todas las esferas. Política, social, económica, etc. No hay campo de la actividad humana donde no exista un tipo de revolución, de aquí la lógica y natural pregunta que el hombre se formula a sí mismo. ¿Cuál es el significado de nuestra existencia como individuos en medio de estos acontecimientos que no podemos controlar?
Ante estos interrogantes, es corriente observar que el hombre común incorpore a su modo de pensar, como resultado lógico obtenido de los hechos cotidianos, las pesimistas ideas que se traducen en preguntas tales como ¿para qué sirven nuestros mejores deseos, intenciones e ideales más elevados?
Se suele pensar que no se puede influir en los acontecimientos comunales y nacionales y por estos hechos se pierde la confianza en sí mismo restringiendo la esfera de actividades.
Esto hace que el común de las personas se entregue al desenfreno, o que todo lo espere del milagro, de algo insólito, espera que llueva del cielo. Cuanta realidad tiene para el estudiante de ocultismo, frente a esta posición, aquello que dice: la ignorancia es la muerte, el conocimiento es la vida, pero poco valor posee el conocimiento si este transcurre en la oscuridad debatiéndose a tientas contra la ignorancia y la miseria.
Resultaría más fácil y optimista percibir lo que podemos hacer y cuál es el significado de nuestra acción cuando observamos claramente nuestra verdadera naturaleza y la posición que tenemos como seres humanos en esta vida.
H. P. Blavatsky ha dicho “El hombre es ese punto de la evolución en que el espíritu más elevado se ha unido a la materia más densa por medio del puente de la inteligencia”. He aquí la posición del hombre expresada. En pocas palabras, ya no es un animal pues a diferencia de este posee el principio razonativo, pero tampoco es un dios. Está entre la materia y el espíritu puro. Se encuentra en una dificilísima situación. El hombre constituye una etapa de transición. Este ciclo de la vida en la Tierra es como estar en medio de una gran corriente que se bifurca (lago y cascada) pero con un interrogante, ¿hacia dónde tomar?
El impulso y la lucha es en pos de la libertad. Ser más libres es la meta de todos nuestros esfuerzos porque sobre la completa libertad es posible la felicidad. Los esfuerzos por conseguir la libertad subyacen en todas las modalidades de acción, ya sea esta mental, emocional o física, aunque la mayoría de las personas no se dan cuenta de eso.
El hombre está siempre tras el éxito sin saber a ciencia cierta cuál es el verdadero éxito.
En ciertos textos Indos se nos habla de tres clases de éxito, dos ilegítimos y uno permitido. El primero es el Asura vijaya y es el que se refiere al éxito con la espada (por la fuerza la imposición del fuerte al débil, revoluciones, guerras, etc.). Si echamos una mirada hacia la política mundial veremos innumerables intentos de éxito por este medio.
También tenemos la segunda clase de éxito, el Lobha vijaya, o sea el éxito por la avaricia, el deseo de posesiones materiales. No es necesario extenderse mucho sobre el particular. Los grandes capitales, el comercio y esto convive entre nosotros.
La tercera clase de éxito, el permitido, es el Dharma vijaya, el éxito por medio de la rectitud.
Todos los sistemas filosóficos, religiosos, éticos, indican y enseñan una serie de preceptos que hacen a la moral. No obstante el hombre hace todo lo contrario.
El ladrón, el mentiroso, el injusto, sea mujer u hombre, lo son muy a pesar de ellos. Esto es realmente un tremendo problema psicológico el cual debiera ser considerado bajo la luz más benévola.
Pero ¿no pueden remediarse entonces las miserias del mundo? Mientras no se conozca la real naturaleza del hombre surgirán esas necesidades y se sentirán continuamente las desventuras. La única solución a este problema consiste en purificar la naturaleza inferior del hombre, aunque convirtamos cada casa del país en un asilo de caridad y llenemos la tierra de hospitales continuarán existiendo las miserias humanos hasta tanto no varíe la índole del hombre.
El conocimiento espiritual es el único que puede destruir para siempre esas miserias humanas; los demás conocimientos solo satisfacen las necesidades durante cierto tiempo. Son transitorios.
Solamente el conocimiento del espíritu destruye la facultad de desear y apegarse, por eso la ayuda espiritual resulta la más elevada que pueda darse. Quien proporciona el conocimiento espiritual resulta siempre ser un benefactor de la humanidad y es por eso que siempre observamos que han sido los hombres más poderosos espiritualmente, quienes ayudaron a los demás en sus necesidades. La espiritualidad es la verdadera base de todas nuestras actividades en la vida, hace en verdad obra meritoria quien ayuda a su prójimo aliviando sus necesidades, pero el auxilio es tanto o mayor cuanto más grande es la necesidad y más amplia la ayuda.
Si se pueden aliviar durante una hora las necesidades de un individuo, el hacerlo constituirá una verdadera ayuda, si se puede remediar durante un año la ayuda será mejor, pero si se eliminaran para siempre sería está indudablemente la mejor ayuda que podría proporcionársele.
Todas las ciencias tienen por fin dar la felicidad del género humano y el hombre toma lo que le parece que ha de hacerle más feliz y desecha lo que se figura que no le ha de dar tanta felicidad.
Pero, considerando esta premisa más profundamente, veremos que la felicidad es relativa y puede referirse al cuerpo, la mente o el espíritu.
Los hombres cultos y ambivalentes y anhelosos de mayor conocimiento y cultura, serán felices con la lectura de un libro o escuchando una instructiva y elocuente conferencia, despertando en la conciencia mental nuevas verdades hasta entonces desconocidas. Es feliz el matemático que halla la solución a un arduo problema, el investigador que describe lo que buscaba, por ejemplo, o el ingeniero que salva la última dificultad opuesta a su invento.
En el animal y el salvaje, la felicidad solo consiste en satisfacer su apetito corporal. En el hombre culto la felicidad es de delicada índole y más duradera pero también temporaria, porque el deseo de saber, el anhelo de inventar, de descubrir, volverán a espolearle y moverle a ulteriores y quizá más penosos esfuerzos.
Pero la felicidad dimanante del reconocimiento de la verdadera naturaleza es inseparable, perpetua, porque entonces se ha identificado con la Absoluta Felicidad.
Dicen los “Upanishads”: Únicamente puede gozar de eterna paz quien ve al UNO en este océano de muerte, quien ve la VIDA en este fluctuante universo, quien reconoce al UNO que nunca cambia.
Pero ¿cómo llegar al reconocimiento de la única realidad de la existencia? ¿Cómo despertar del sueño en que nos identificamos con nuestras mezquinas personalidades?
Nuestro corazón va en pos de una grandiosa investigación. Intuitivamente sentimos que nos rodea una vida más llena de belleza, cultura y santidad. Para todos los que nos damos cuenta de esa investigación de nuestra naturaleza interna, existen numerosas oportunidades en que podemos descubrir algo de la luz que estamos buscando. Cada uno de nosotros ha encontrado un vislumbre de esa gran luz. La ha encontrado en la filosofía, la religión, la belleza, el arte y en muchas formas más; la ha hallado en el rostro de nuestros compañeros, la compasión que por ellos siente y en las maravillas de la naturaleza. Infinitos son los puntos desde donde podemos divisar La Luz.
Mas existe otro medio quizá no comprendido enteramente, el del trabajo que cada uno ha de llevar a cabo. Hemos asociado la vida espiritual a las acciones y deberes que pertenecen a nuestra labor cotidiana. A menudo nos inclinamos a separar el mundo seglar del religioso, cuando no existe tal separación en la mente divina, y es causa de la aridez de nuestras actividades ordinarias, que creemos que no sean espirituales. No hemos comprendido que el trabajo escogido para vivir, quizás sea uno de los caminos que más rápidamente conduzca hacia la espiritualidad.
Cada uno de nosotros ha escogido un trabajo con el que contribuir al plan de la Divinidad, al bienestar de la humanidad, al florecimiento del compañerismo, u otro ideal cualquiera; trabajo que puede ser un espejo que refleje la vida divina, aún más, un canal, un camino que nos lleve a comprender al Supremo.
Será inútil que vayamos a la iglesia, que nos eduquemos en el arte y que entremos en comunión con la naturaleza, si no lo hacemos con ánimo de ayudar al Supremo, porque la dedicación de la labor que hemos emprendido debe ser en sí misma una manera de comunión con él.
La idea de que el trabajo es una ceremonia del templo de la vida, un sacramento, una especie de comunión del hombre con Dios, no es nueva pues es la esencia del misticismo de muchas religiones, por ejemplo, del misticismo hinduista que afirma que el universo existetente es una labor que Dios está siempre haciendo. Uno de sus antiguos libros dice que el universo fue formado por Dios, el Yo-Uno. Su labor de creación se describe en la palabra sánscrita Tapas, que significa en el sentido vulgar una acción santa, un sacrificio y también profunda meditación, pero en el sentido con que se usa en los textos antiguos significa además, trabajo fatigoso. Se dice que llevó acabo el Tapas para que el universo surgiera a la existencia. Así como el herrero da forma a la rueda, así él formó y está formando el universo.
Ahora bien, Dios está siempre ocupado en sostener y perfeccionar el universo, y por ello, cuando el hombre trabaja y se ocupa de realizar una labor relacionada con su arte, gran acto divino, se dice que comulga con El Todo. Así, el trabajo que cada uno escoja es, si lo sabe comprender, una iglesia, un sacramento del cual él es el sacerdote.
La obra de Dios son los mundos. Él es el universo expresando lo impulsado por él, ya sea por la acción heroica o la emoción y la devoción, o los principios y conceptos. Este trabajo de Dios es el tiempo dentro de la eternidad, lo finito en lo infinito, lo Absoluto, y al mismo tiempo es el proceso, la evolución. Él se junta con nosotros por medio de cada acción diaria que contempla nuestra dedicación.
Si reconocemos que nuestro trabajo es sobre nosotros mismos y que el espíritu es la intención con que lo llevemos a cabo, eso es lo único importante. Con la mejor intención, con espíritu superior, llegaremos a ser espíritu supremo. Porque el hombre que no es al principio más que un reflejo de lo Supremo, pasa de etapa en etapa desde ser la imagen a ser el objeto.
Es en nuestro poder para trabajar donde nos encontramos nosotros mismos. El sí mismo y el trabajo deben llegar a ser uno. El trabajo es autoafirmación, es la declaración de sí mismo cumpliéndose con un espíritu de natural impulso, no compulsado, sino con el conocimiento de estar cumpliendo un sacro oficio.
La actitud de una persona así es de amistad hacia todos, de mirar igualmente al alto y al bajo, de no ser afectado por las circunstancias, triunfos o derrotas, honor o deshonor, etc., de entera concentración en la ley, la verdad y el camino que está dentro de cada Krishna, a quien los hindúes consideran como Dios encarnado en la tierra, que enseñó que el hombre debe vivir en este mundo como la flor del loto, que crece en el agua pero que jamás se moja con ella. Así debe vivir el hombre en el mundo, con el corazón en La Divinidad y las manos en el trabajo.
Realidad-Apariencia
Por Luis Spairani
La primitiva preocupación del hombre en sus develados pensamientos y, como parece ser, su inevitable obsesión —pues ella sobreviene a prolongados períodos de incertidumbre y retorna tras cada período de dolor, manifestándose en el impulso hacia la perfección1—, es la búsqueda de la VERDAD y BIENAVENTURANZA, en el sentido de una oculta inmortalidad. Los antiguos albores del conocimiento humano nos legaron un extenso testimonio de esta constante aspiración; hoy en día vemos una humanidad insatisfecha con el análisis de la exterioridad de la naturaleza —H.P.B. se refería a estos períodos de la historia del mundo como fenómenos, como momentos de crecimiento mental y descreimiento espiritual—, la tendencia global de la mente humana es más hacia el mundo objetivo y sus múltiples fenómenos, la evidencia de esta declaración nos rodea por todas partes. Entonces, ¿cómo se puede explicar la presencia del pesar, el sufrimiento, el dolor, etc.? ¿Buscando el placer y el goce de los sentidos? ¿O por comprender el proceso que llamamos evolución?
Podría preguntarse, ¿hay necesidad de discutir esta cuestión de la apariencia y la realidad en el mundo moderno, notoriamente práctico? Por lo tanto, ¿no sería mejor dedicarse a “vivir” y no a filosofar? El ilustre pensador Ortega y Gasset preguntaba, ¿cómo se puede vivir sordo a las postreras y dramáticas preguntas? ¿De dónde viene el mundo, a dónde va? ¿Cuál es la potencia definitiva del Cosmos? ¿Cuál es el sentido esencial de la vida?
La respuesta se hace clara en él momento en que nos damos cuenta del poder, tan profundo y completo, que la Apariencia tiene en nuestra vida cotidiana.
La Sustancialidad de todos los objetos es meramente una impresión de nuestra conciencia. El hecho es que el mundo familiar de nuestros sentidos no es más que una interpretación de las cosas por estos sentidos. ¿Quién puede afirmar que estas cosas son Realidad?
La ciencia ha hecho muchas revelaciones en los últimos tiempos. Lo que nos prueba que existe un velo, o quizás muchos velos, creados por las limitaciones de nuestra mente y percepciones.
Platón pensaba que hay dos vías de conocimiento: la vía del conocimiento Sensible y la vía del conocimiento Racional. Por medio de los sentidos, tomamos contacto, es decir, conocemos los llamados “Entes Sentibles”, cosas que están en el espacio y el tiempo, como determinados objetos. Por medio de la Razón se conocen otros tipos de Entes que NO están en el Espacio y el Tiempo, que se denominan “Entes Ideales” o “Ideas” (noúmenos). Estas Ideas o Arquetipos, o modelos universales de las cosas sensibles, poseen verdadera existencia, tienen “realidad”, subsisten en un mundo que Platón llama Inteligible o Mundo de las Ideas.
Por otra parte, tenemos el antiquísimo pensamiento oriental que siempre ha enfatizado sobres trascender lo efímero y transitorio para encontrar lo que es perenne y real, perpetuo. El mundo objetivo es considerado como una fase pasajera. Por lo tanto, la naturaleza es el proceso de una interminable superación de sus poderes y expresiones; crea siempre de nuevo, las formas viejas perecen y otras nuevas nacen. Por doquier hay flujo y reflujo regulares. Como resultado natural, para una mente inquisitiva surge el pensamiento ¿existe una fuerza real, inmutable detrás de los fenómenos siempre cambiantes? Esta pregunta señala el inicio de un proceso en el hombre que resultará interminable, es el de buscar lo que está más allá del Tiempo y del Cambio. Es la búsqueda de la verdad, la Realidad.
“El fuego del conocimiento, atizado por el discernimiento entre el Ser y el no Ser, consume hasta la raíz los efectos de la ignorancia.”
Sri Sankaracharia2
Esto se refiere al PRINCIPIO UNO, el fundamento de todo Ser, que al conocerse se conoce Todo. Entonces, el “vivir” pasa a considerarse como sin valor, a menos que la Realidad —el ALFA y OMEGA de la creación, el Ishvara teosófico, el Brahmán Indo— sea conocido.
La realización de la propia identidad con la Realidad infinita se considera el alimento adecuado de toda alma, el único propósito de la vida hasta que ello se logre. El hombre finito, cambiante, estará siempre inquieto y descontento.
El budismo mahayana en el Sutra de la Perfección de la Sabiduría (prajña paramita) afirma que la Realidad Universal está en todo y nada hay desprovisto de ella. Solo está velada, por eso se dice que AQUELLO QUE ES Y SABE es realizado, las ataduras se rompen, todas las dudas se resuelven. La búsqueda es así, por tanto, considerada como factor necesario y esencial si se ha de vivir una vida llena de propósitos.
Los Vedantinos dicen que sobre la Realidad se ha sobreimpuesto el velo de la Ignorancia (MAYA-AVIDYA). MAYA-SHAKTI —la energía, el poder logoico— es su más profundo sentido, es la REALIDAD en su aspecto creador. Es la fuerza de MAYA lo que provoca las formas ilusorias de nuestra realidad terrestre. Pese al doloroso desarrollo evolucionario, la MAYA-SHAKTI logoica tiene como meta expresar el Orden y la Belleza en todos los mundos.
La Teosofía señala que el aspecto fundamental de la naturaleza es “el cambio”, la única realidad, la sola consistencia del ser; “que todo fluye” bajo una pseudo-permanencia sensorial, cual sustancia elemental de las cosas. El Universo es elaborado y dirigido desde dentro hacia fuera. Tal como es arriba es abajo… y el macrocosmo es el testimonio viviente de esta ley universal y de su manera de obrar… El Universo con cada una de las cosas que contiene es llamado MAYA porque todo en él es temporal3.
Es el DEMIURGO —el artífice, el supremo arquitecto, el segundo Dios de Platón— quien se sirve de la materia primera preexistente, modelándola según el arquetipo de las IDEAS estableciendo así el ORDEN en el CAOS, logrando como resultado el COSMOS.
La Teosofía dice que este mundo de los fenómenos es sólo una expresión externa de una realidad interna, es natural que el hombre tarde o temprano gravite hacia esa REALIDAD para descubrirla debajo de toda expresión externa.
El hombre aprende, después de mucho sufrimiento, que para alcanzar el fundamento mismo del Ser y de la Verdad, necesita trascender toda conceptualización. Su hambre innata de llegar a las raíces de su Ser se rebela contra toda tradición, ortodoxia o realidad, cada concepto o experiencia es sometido a prueba y aceptado o modificado según la profundidad de su entendimiento.
Lo habitual en la naturaleza personal psicológica es la satisfacción de la existencia que se despliega en las formas y busca su desarrollo hacia expresiones superiores. Pero es en esto donde interviene el dolor y el sufrimiento.
La Mente humana viendo por todas partes cosas que aparecen como “otras” (algo que no es ella misma) y diferente de Sí Misma inmediatamente trata de conocer lo concerniente a esas otras. En ese proceso asimila y a la vez trata de establecer una unidad con ellas. Esto se entiende en general como CONOCIMIENTO, crecer en conocimiento es una asimilación progresiva acerca de las cosas. Este querer CONOCER es atribuible al impulso primario en el hombre hacia aquello que es infinito.
El Dr. Jung señalaba que “toda la naturaleza inconsciente ansía la LUZ de la CONCIENCIA”.
El hombre busca siempre un algo más profundo que ejerce sobre él una constante presión y cuando llega al punto de una supersensibilidad, lo suficientemente delicada, ese algo en el trasfondo de su naturaleza produce sobre él una enorme atracción que influye en su pensamiento.
La MENTE (dual en sus funciones) es en realidad una intérprete y no un conocedor. Al interpretar y presentar las cosas puede en su ignorancia impedir el conocimiento de la verdadera índole y valor de las cosas, así como puede cuando está iluminada por un aspecto superior a ella —BUDHI— hacer resaltar y expresar los valores de la Realidad. Así arribamos a la percepción de que la mente racional es sólo representante o sombra de una CONCIENCIA mayor; ella no necesita razonar porque es el TODO, conoce todo lo que ES.
La manifestación de ISHVARA (LOGOS) no está limitada por la quieta o inmóvil exterioridad de un ser absoluto. Su conciencia es capaz de proyectarse infinitamente en la forma con variaciones infinitas representadas por una multitud de universos. Liberar y disfrutar este movimiento es el objeto de su desarrollo, el aspecto creador.
Esto significa que la vivencia de la Realidad es una experiencia que depende de un cierto estado de conciencia al cual llamamos espiritual —ATMA-BUDHI-MANAS.
La Teosofía es conocida como la “sabiduría divina” o como Sabiduría-Conocimiento Real porque es la expresión objetivada de todas las experiencias espirituales vivenciadas y expresadas por aquellos que registraron el estado de Sat-Chit-Ananda —Atma-Budhi-Manas— es decir, tos Maestros de Sabiduría.
La Teosofía, que trata los principios básicos de la “religión-sabiduría” puede ser considerada la más antigua y universal filosofía dada a conocer al hombre. Es el conocimiento universal en su real naturaleza, alienta a los estudiantes con interés creciente en la búsqueda de la Verdad acerca de la Divinidad, el Universo y el Hombre, que cada día se torna más evidente.
Como declaró H.P.B., “la doctrina arcaica es la filosofía más antigua del mundo y puede decirse que es nuestra herencia. Es la antigua forma de Santidad y Felicidad, en armonía con la naturaleza y su proceso evolutivo”.
HPB señaló, al presentar los conceptos que comprenden la filosofía teosófica, citando a los Maestros, “la Teosofía es la reafirmación de principios que han sido reconocidos desde la infancia de la humanidad”4.
Se supone que el conocimiento teosófico debe ser un estado armonioso e integrado por la más elevada y sutil forma de Equilibrio-Armonía-Integración. Una experiencia así es vívida y convincente porque trae con ella como resultado la Paz y Plenitud vivencial expresadas como Felicidad, Amor, Alegría, Fraternidad, etc. a través de diversas jerarquías espirituales, Metas a conquistar por todo estudiante teosófico, convencido por lo tanto comprometido con su Ser interior a servir al movimiento teosófico y por ende a la humanidad.
1- El Dr. Erich Fromm señalaba “en realidad nadie sabe para qué vive, no tiene meta salvo el evadirse de la inseguridad y la soledad”.
2- VlVEKA-CHUDAMANI, La Joya del Discernimiento.
3- H.P.B., La Doctrina Secreta.
4- Las Cartas de los Mahatmas a A. P. Sinnett.
Intuición: Un Acceso a la Verdad
Por Luis Spairani
La cuestión primordial que siempre ha conmovido al hombre es el interrogante sobre el sentido de la existencia humana y la índole de nuestras relaciones con los otros y con lo absoluto, lo que traería aparejado la reposición del espíritu considerado como fuente eterna de SI MISMO.
El fundamento que origina todas las operaciones del pensar, el querer, el sentir, etc., tiene por supremo objetivo el despertar en cada individuo una consciencia clara y firme como fuera posible acerca de la actividad interior que lo constituye… El empleo del conocimiento intuitivo en la investigación teosófica es altamente estimado y los filósofos han destacado el valor cognoscitivo superior de la intuición, considerando que proporciona un saber más inmediato y sustancial de la realidad que el saber discursivo.
La filosofía sufre un gran menoscabo cuando se la separa de su propósito esencial, que es un afán ilimitado por la búsqueda de la Verdad. La intuición filosófica se presenta en aspectos diferentes según se dirija a la realidad o al pensamiento.
Así, según Plotino, la verdad o la belleza suprema se descubren en la intuición misma, mística. Se trata de una belleza puramente espiritual que no contiene nada de lo sensible, es puro esplendor sin forma, vivido en un estado de éxtasis. “Para los hombres comunes, la facultad de conocer es la linterna que ilumina el camino. Para el hombre intuitivo o el genio, es el sol que ilumina al mundo”. Es así que para el primero está al servicio de sus necesidades, el segundo se sitúa en el plano de la “libertad contemplativa”.
La experiencia mística sobrepasa la experiencia intelectual. La verdad es la manifestación objetiva, expresión de la realidad vivida en el presente y en todos los tiempos por todos los místicos.
Sin embargo, los realistas transcendentales son metafísicos que tomaron sus construcciones mentales por la verdad última; confunden su interpretación con la verdad misma. Esto significa que existe toda una escala en el intento de comprenderse a sí mismo y sus alrededores: el mundo en general.
El estudiante de la sabiduría divina o TEOSOFÍA procura tener esa experiencia de TOTALIDAD que se presenta como un relámpago de entendimiento y comprensión, la que se define como intuición, conocimiento generalmente integrado. La comprensión viene mediante la Síntesis —unificación, integración.
Sólo aquellos que un su intimo análisis no puede dividirse es lo UNO, simple e imperecedero, tal como se describe en la literatura teosófica; es la esencia última de una cosa distinta e individual en su naturaleza que la hace única e indestructible…
Nuestro pensamiento rara vez percibe la unidad del TODO, sólo ve las partes. H.P.B. señala “es como si en el ser humano residieran dos Yoes”.
Se puede evitar el movimiento, el descanso, etc. pero no podemos sustraernos del pensamiento. Uno piensa y ese pensamiento está emponzoñando cada paso de la vida como yo personal cuyo máximo límite es el desinterés absoluto por la vida universal, la que se transforma en energía dirigida hacia la gratificación de la propia personalidad.
Nuestro propia existencia, que es distinta de la TOTALIDAD, de lo real, está en contacto incesante con ella, sólo puede realizarse a la luz del conocimiento intuitivo. Este conocimiento la libera. La Luz es dada sólo a aquel que la incorpora a la capacidad de amar y de querer. El intelectualismo resulta estéril, si no está empapado de espiritualidad.
La meditación es considerada como la más eficiente disciplina para la búsqueda de la Plenitud —la realidad— no limitada por sus variadas atracciones personales, dando como resultado de la experiencia interior vivencias sobre la Paz, el Amor, el correcto discernimiento, etc.
Es muy diferente utilizar la mente cerebral —kama manas— la cual sigue la dirección del fuerte impulso de la voluntad personal (psicológica) que es la que limita el acceso a la verdad sobre el pensamiento. Modificar esta situación consiste en posibilitar a la Conciencia, trabajar internamente sobre el pensamiento, lo que implica la UNION de la mente ideal-espiritual (budhi manas) con la mente turbia.
Estas ideas espirituales no son inventos, son tendencias de la psique humana, sentidos como la Ternura, la Paciencia, la Pasión, etc.
Tan pronto como nos es dada la iluminadora experiencia nuestra vida recobra su gravedad esencial al recordar sus vivencias con el corazón de lo REAL. La vida emerge desde dentro de una dimensión u origen diferente de las varias fuentes que pertenecen al plano material. Surge desde adentro y se mueve hacia fuera. Tiene un origen misterioso, dirigiéndose al exterior, evoluciona, aumenta y manifiesta su naturaleza en un grado creciente.
La verdadera felicidad se basa en una profunda realización en la cual nos sentimos libres del temor y la inseguridad. De hecho, algunas veces, parece que la meta del desarrollos psíquico e individual es aproximarse al conocimiento de que la propia y única individualidad es igual al individual y eterno arquetipo.
La aspiración no es el incentivo que mueve a la generalidad de las personas. Por lo tanto, no están dispuestas a dejar el campo de lo conocido para profundizar en el interior de sí mismos y descubrir lo que está oculto bajo las capas más profundas de su conciencia. Solamente cuando el individuo se preocupa seriamente por los problemas de la vida y se enfrenta con ellos para encontrarles solución es cuando comienza a funcionar en forma intuitiva, que es la que otorga la percepción individual, el conocimiento directo.
El escritor mexicano Octavio Paz señala: “es la manifestación de la OTREDAD constitutiva del hombre, no está adentro en nuestro interior, ni atrás como algo que emerge de pronto del lino, del pasado, sino que esta adelante, es algo (o alguien) que nos llama a ser nosotros mismos y ese alguien es nuestro ser”.
El SER es DEVENIR. Y el devenir es creación de nuevos valores. El plano de la conciencia se ha de convertir en el verdadero hogar de la humanidad. El SABER y las IDEAS percibirán la realidad y agregarán al mundo creado por el hombre, manifestando el aspecto objetivo, lo que la intuición expresa de lo subjetivo. Ella, es la VIDA manifestándose en el plano Objetivo o Concreto. Ella, la INTUICIÓN, se sitúa en el plano mental. Es la evolución de la vida que impulsa hacia una nueva dimensión de la conciencia. Es el conocimiento de una transmutación que se realiza en la conciencia de los hombres. Esto presupone encarar la liberación de las preocupaciones que constantemente engendra la lucha por la supervivencia material (objetiva). Por lo tanto, debemos aprender a ser concientes de cómo estamos viviendo. Nuestra impaciencia nace de la ambición; un problema que requiere encararse.
A la humanidad se la puede ayudar a descubrir lo que es RECTO y, por lo tanto, verdadero. Esto es parte de nuestra tares, podemos hacerlo por medio de la enseñanza de la Teosofía y con nuestro propio ejemplo.
Todo el problema para la realización de la vida espiritual consiste en la ilusión del yo personal.
El conocimiento teosófico, el contenido de la antigua SABIDURIA, existe como una actividad innovadora, especialmente en los modos de sentir y conocer; por ello, aquellos que están fervientemente identificados con esta maravillosa filosofía del conocimiento oculto dedican parte de su atención a difundirlo; principalmente, aquellos pensadores miembros de la S.T. que están fuertemente identificados con el mencionado conocimiento que señala cómo despertar a la vida real. Bendiciones para ellos.
Responsabilidad y Participación
Por Luis Spairani
Como una especie de auto análisis, existe en nuestra Sociedad —especialmente en los últimos tiempos— una fuerte corriente por ahondar el conocimiento sobre diversas cuestiones que hacen a la vida y propósitos de la S.T., y esto está sucediendo en prácticamente, todo el mundo teosófico.
Algunos de estos temas son de carácter doctrinario, pero los aspectos más notorios son los interrogantes que se originan sobre nuestra relación con la S.T.; por ejemplo: ¿Hemos visualizado la seriedad del compromiso que significa ingresar a la S.T.? ¿Hemos entendido lo señalado por los fundadores (los MAESTROS de SABIDURÍA y sus mensajeros H.P.B. y H.S.O.)? ¿Qué hicimos y hacemos por la S.T. a partir de nuestro ingreso? ¿Cuáles son nuestras realizaciones para mantener insertado en el mundo y la cultura a la TEOSOFÍA y, naturalmente, a su vehículo la S.T.?
Se hace necesario una honda reflexión para así, quizás, entender los hechos que preocupan de distinto modo a casi todos los M.S.T. Algunas personas opinan que somos “contempladores estoicos, egoístas, impasibles”; otros nos señalan como “incapaces para la acción”; otros dicen que pensamos solo en nosotros mismos y en que las “fuertes palpitaciones de la desesperación y otros males de la humanidad pasarán…”. Por otra parte se conjetura que poseemos buena información, pero una superficial capacidad intelectual, es decir, cierta ineptitud, poca disposición para estudiar; de ser simples soñadores, etc. En consecuencia, se trata de preguntarnos, ¿qué hay de cierto en todo esto? Pareciera que no sabemos orientarnos pese a la carta de navegación que poseemos, representada por nuestra Doctrina; fuente inagotable de enriquecimiento espiritual para hacernos cada vez más libres, constructivos y eficaces.
La evolución es desenvolvimiento físico, emocional, intelectual pero, profundamente ético frente a todos los problemas de la vida. Sin esa penetrante transformación, vital, y decisiva, capaz de levantar las más genuinas vibraciones en todos los planos de la vida, los cambios en un individuo y su consecuencia la sociedad, no trascenderían su propia imagen.
¡Realidades, no ilusiones! son necesarias para estructural una sana existencia. “Si entre las palabras y los hechos hay una distancia, entre una actitud real y una ficción existe un abismo”. Ser mejor de lo que se es, ha sido la aspiración humana por excelencia pero especialmente, lo es en un M.S.T. realmente comprometido con los ideales.
La existencia es esencialmente la vida manifestada del espíritu, cuya profunda característica no es solamente percibir los problemas y las encrucijadas de una persona o Sociedad, sino solucionarlas a fondo e inspirar su solución en la Verdad. Esto comienza a ser observable con el advenimiento de modos espirituales de vivir; estados más iluminados de nuestra conciencia, más autoadvertidos, de mayor universalidad. Porque en una sociedad o individuo que verdaderamente aspira a espiritualizar su vida “no pueden existir brechas insalvables entre lo que dice y realiza”, “entre la ética permanente y la práctica cotidiana”. Reiterando, la evolución es para la doctrina esotérica un desenvolvimiento de esencia ÉTICA-MORAL. “Somos esclavos de la LEY (Deber)” dice el Maestro de Sabiduría. El hecho es que vivimos en medio de alternados cambios y algunos se remontan a décadas atrás en el tiempo, que los hechos y circunstancias fueron transformando pero, que es imposible negar.
En verdad, se hace necesario e imprescindible tomar conciencia pues, existe un nuevo contexto que favorece la profundización de las ideas y, consecuentemente, la aparición de mejores modos de desplegar nuestra actividad. No es cuestión de imponer que todo cambio es bueno. Tampoco de negar el pasado. Se trata de poder visualizar lo que podemos hacer de ahora en adelante.
Nuestra Sociedad depende de “ideas verdaderas” y conductas acordes con sus postulados. Esto significa decir que no cabe la indiferencia en quienes tienen la responsabilidad de SER, de PARECER, lo que predican.
Sin distinciones, ni prejuicios, dirigentes y dirigidos es preciso que nos interroguemos sobre todo esto. El primer examen de una entidad como la nuestra se mide en la excelencia de sus miembros; el segundo se evalúa en la capacidad del conjunto; en su posibilidad de llegar con el “conocimiento” al prójimo. ¿Cuál es, entonces, el deber que la TEOSOFÍA requiere de todo estudiante de la SABIDURÍA ANTIGUA? Por otra parte nuestra Sociedad ha de ser grande no sólo por virtudes, por sus cualidades morales, por la Verdad de sus doctrinas, sino también por sus posibilidades materiales. Entonces surgen otras preguntas. ¿Cuál es el objetivo primordial a seguir? ¿Estudiar, realizar, difundir? ¿Cuánto tiempo dedicamos a todo esto? Aún más, ¿está incluida la contribución financiera en nuestros esfuerzos? Si no, ¿cómo podremos materializar, hacer viable, concretos, objetivos, todos los ideales y propósitos que de hecho pretendemos expresar los M.S.T.? Continuamente escuchamos —en incontables reuniones— sobre actitudes que deberían ser hábitos en nuestras vidas, como dedicación, servicio, sacrificio, entrega, etc. ¿No estaremos prostituyendo estos conceptos? La palabra de un M.S.T. se supone tiene algo de sagrado y faltar a ella es algo más que perjurio.
Se supone que en la S.T. trabajamos para sostener la realización de una gran aspiración —innata en la naturaleza humana— la adquisición de la SABIDURÍA y con ella la LIBERACIÓN, también la practica de la FRATERNIDAD para que sea reconocida por los hombres como una realidad de la vida.
De hecho existen fuerzas —dentro y fuera de nosotros— que siempre intentan neutralizar nuestros esfuerzos, pero somos una corriente “que puede ser torrente”. A estas corrientes no las detiene nadie, nacen y las impele el sentimiento, la razón pero, especialmente, el anhelo espiritual, la Vida que lucha por manifestar SU DIVINIDAD.
Las anteriores reflexiones esperamos persuadan a todo M.S.T. que piense y tenga el firme anhelo de alcanzar el virtuosismo espiritual. No sólo con el deseo o la especulación intelectual se logran resultados transcendentales sino también con la realización de acciones nobles, puras y altruistas.
El sentimiento de UNIDAD que poseemos en el centro de nuestro ser, el que debemos objetivar, nos librará de todas las disensiones que debilitarían nuestras energías, las que sólo deben estar puestas al servicio de la CAUSA, esto es, destronar a la ignorancia de nuestras vidas y las de nuestros semejantes.
Nota:
El autor de este artículo es Miembro de la Sociedad Teosófica (M.S.T.) por lo que se refiere a ellos y a la Sociedad a lo largo de todo el escrito, sin embargo desde este Centro consideramos que el mensaje puede ser entendido, sin perder su enorme valor, como aplicado al Movimiento Teosófico en general y a los estudiantes de Teosofía comprometidos sin importar a que institución pertenezcan o si no pertenecen a ninguna. (Nota del Centro de Estudios de la Teosofía Original en Argentina)
Introducción a los escritos de Luis Spairani
Este Centro de Estudios de la Teosofía Original, comienza una publicación de varios escritos, de gran contenido Teosófico, hechos en su momento por un infatigable trabajador, llamado Luis Spairani, que aún a sus ochenta y tantos años, ochenta y seis para ser más exactos, sigue bregando por una Teosofía más genuina y acorde en su práctica con sus fundamentos éticos y morales. Su preocupación, tiene un fundamento sumamente importante, ve su vida ya muy avanzada y las limitaciones de su cuerpo físico como el mayor impedimento para proseguir más eficientemente con una tarea tan comprometida como la que lleva en su corazón, pero aún así, su brillante mente está haciendo sus últimos esfuerzos en pos de una labor que debiera ser, de parte de los Teósofos, más comprometida con el Deber, el estudio, la difusión y la práctica de una Fraternidad que se haya ausente en gran parte del Movimiento.
La Teosofía sin un estudio Esotérico de la Mente, puede quedar coja cuando no mutilada en su práctica y los resultados más elevados. Sus escritos se instalan en este factor de suma importancia y su visión puede colaborar ampliamente en este asunto puntual que tanto le preocupa, la ausencia de estudiosos serios que comiencen a pisar los escalones de ese misterio dilucidable de la Mente, lo ha llevado a profundizar y escribir artículos de gran importancia, porque él entiende que si al hombre no se le hace pensar, se pierde indefectiblemente en el ilusorio mundo de los apegos terrenos. El estudio profundo y práctica de la Fraternidad que es el más poderoso aglutinante de las relaciones humanas, pueden formar el Núcleo de estudiosos y Comprometidos con las elevadas enseñanzas dejadas por los Mahatmas a los cuales él siente devocional reverencia
Nos abocamos a esta tarea, de difundir sus escritos, porque las buenas obras escritas con fervorosa devoción hacia la Verdad no debemos permitir que se pierdan en el oscuro olvido de la indiferencia humana; durante años, muchos Teósofos, dejaron sus mejores esfuerzos por la difusión de esta Arcaica Ciencia, muchos han muerto y han pasado tristemente al olvido indiferente de sus propios hermanos. No estamos haciendo un culto a los muertos con lo aquí expuesto, sino al permanente recuerdo agradecido a sus contribuciones por haber colaborado para que la Teosofía aún pueda permanecer entre el mundo humano. Muchos escritos como los de este infatigable seguidor del Deber Teosófico, el Sr. Luis Spairani, tienen implícita esa enorme fuerza de una convicción inclaudicable, su fuerza a través de los años no ha disminuido, todo lo contrario, a tomado el vuelo del ser pensante y ha abrazado a su ideal como pocos Teósofos.
Esto, es lo que se debería imitar en nuestras filas, comprender que la Teosofía no es algo que se agota rápidamente en unos años como un estudio académico, la Teosofía es un estudio que en la medida que se profundiza, se progresa Espiritualmente y Devocionalmente permitiendo vivir con el firme propósito de que la oportunidad Kármica no acabará en esta vida sino que podremos proseguir con la Gran Tarea, fija nuestra mirada en el Maestro interno en quien se ha depositado nuestra confianza y Amor incondicional, para continuar en otra vida con el Compromiso emprendido.
Este Centro, siempre colaborará con cuanto auténtico trabajador haga de su vida un deber para y con la humanidad según enseña esta Sabiduría, publicando los escritos de real valía Teosóficos, sin importar a qué institución Teosófica pertenezca, porque es nuestro deber que ese “Núcleo de una Fraternidad Universal” sea una realidad, y eso sólo puede ser posible si desde las mismas instituciones y Centros Teosóficos son capaces de demostrarse a sí mismos, que pueden llevarla a la práctica y ser trabajadores tan pujantes y llenos de fuerza interior como este Hermano Luis Spairani.
Miembro de la Sociedad Teosófica de Adyar, ha sabido llegar universalmente a todos los Teósofos del mundo cuando ayudó a fundar la Federación Teosófica Interamericana, de la cual fue electo como primer presidente, para la difusión de la Teosofía en castellano, con su gran colaboradora Nora Spairani, su esposa. Pondremos en esta sección su invalorable trabajo para que el paso del tiempo no borre de la memoria de los estudiantes su contribución y para aquellos nuevos que ingresan a nuestras filas Teosóficas, puedan tomar todo ese conocimiento tan bien elaborado en sus escritos y que a la vez traten de imitar su ejemplar tarea.
Damos las gracias a nuestro hermano Luis Spairani, por permitirnos publicar sus escritos.
El Centro